lunes, 5 de abril de 2010

Cardona: minas de sal y el castillo

Visita a Cardona es muy recomendable. Se encuentra cerca de Manresa (Cataluña), más o menos a distancia de una hora y media de Barcelona.
Los lugares de interés turístico son, en primer lugar, las minas, luego castillo y también el casco antiguo con el museo de sal.
Hay que tener cuidado con los horarios, porque las minas sólo se visitan con un guía, y una vez estáis en Cardona reservad la hora. Nosotros vinimos más o menos a la una y nos dieron entradas para las 15.00 en catalán. Pero en castellano la próxima visita comenzaba a las 16.40. Y es que dura una hora o más.
Castillo es gratis, si solo es paseo por las murallas. Si queréis entrar, pensad que a la hora de comer está cerrado y igualmente hay ciertos horarios.
Bueno, pues las minas realmente impresionan. Se ve que hace milliones de años Cataluña estaba bajo las aguas saladas de océano. Cuando el agua se retiró, se formó un mar salado que fue secandose poco a poco. Y la historia parece que se repitió un par de veces. Entonces se formaron reservas de sal. Aquí hay diferentes tipos de sal: la de cocina (sódica), la potásica y otra que no me acuerdo, porque no tiene mucho uso. Esta montaña de sal siempre fue una fuente de riqueza para la gente que le tenía acceso. Dicen que en las épocas romanas la sal se apreciaba como "oro blanco", el sueldo se pagaba en sal, de ahí proviene "SALario".
En la edad medieval construyeron al lado el castillo y los nobles que lo habitaban eran tremedamente ricos y poderosos gracias a esta sal. Este castillo aguantó muchos asedios, incluido el de Napoleón y fue la última plaza en rendirse a Felipe V en la Guerra de Sucesión. Ya veréis el cañon que aguarda en la entrada.
En los siglos modernos se construyeron las minas, porque la sal potásica resultaba muy útil en producción de armas y en agricultura. Cavaron las minas de 1000 metros de profundidas. Pusieron ascensores que vajaban ahí en 5-6 minutos. (Este era el asencor de materiales, para las personas había otro, que era un pelín más lento). En la profundidad de 1000 metros hacía 50 grados de calor. Trabajando ahí un obrero podía perder 3 kilos al día. Y se respiraba mal. Total, que las minas fueron abandonadas. Se conservaron las estructuras de un ascensor por fuera, también los costosos mecanismos de elevación.
La cueva que dejan visitar es una de las múltiples, pero la más segura, puesto que las capas de sal forman arcos naturales y no precisan soportes.
Cuando os acercáis a la entrada parece que la montaña está helada, pero es sal. Al entrar os obligarán poner un casco. Enseguida se nota que hay dos tipos de sal: la blanca y la rosada. La blanca es la más joven y sus estalacticos y estalagmitos crecen muy rápido, por meses. La rosas es super antigua, de unos 40.000.000 de años. Es preciosa, como marmol que recubre los palacios por dentro, pero todo lo que ves es natural. Los pasillos, estrechos y mal iluminados, llevan a las espaciosas salas, llenas de estalactitas y estalagmitas, que forman los diseños más originales.
La pega es que no se permite hacer fotos. ¿Por qué? No sé, seguramente no por el flash. A lo mejor los obreros han machacado esas cuevas o lo que cuentan son mentiras y un geologo al ver las fotos enseguida se da cuenta. Es que no encuentro otra explicación. Pero lo ciero es, que ahora cuidan muchísimo este sitio. Está prohibido tocar la paredes, chuparlas tampoco:) y si pones la mano esperando pillar una gota salada, te avisan que no te pases con las gotas, para no iterrumpir en el proceso natural. Respirar sí se puede y es muy bueno para la salud porque la otra sal que tiene esta cueva sirve para elaboración de medicamentos. Cuando ya hayas abandonado la cueva aún sientes el sabor salado en el paladar.
Las montañas de sal cómo esta son muy pocas en el mundo. Parece que hay una en Rumanía y otra en América del Sur (en México o Colombia: los guías no coinciden).
Desde luego es un lugar muy peculiar y poco publicitado. Tenéis que verlo.
La entrada normal vale 11 euros y hay descuentos para niño, personas mayores y estudiantes de la UOC.

Nosotros no teníamos mucho tiempo para entrar dentro del castillo y visitar el centro de la ciudad, por eso no puedo contar nada más. Eso sí, comimos unos bocadillos riquísimos en un bar cerca de la Oficina del Turismo. Tened en cuenta que desplazarse desde las minas hasta el castillo puede ser un camino un poco largo para ir de pie. O no, depende del tiempo disponible. ¡Buen viaje!

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