viernes, 5 de marzo de 2010
jueves, 4 de marzo de 2010
200 tanques rusos en buen estado abandonados en el bosque
Los lugareños de una zona boscosa próxima a los montes Urales, en la región de Svérdlovsk, han denunciado la existencia de tanques T-72 y blindados para transporte de tropas abandonados en mitad de la foresta. Aseguran que los carros de combate llevan allí desde el pasado mes de noviembre sin ninguna vigilancia y es posible abrir sus escotillas y examinar el interior. Al parecer, los llevaron allí por vía férrea.
Las autoridades militares, sin embargo, aseguran que los tanques están en buen estado y fueron allí “almacenados” provisionalmente en enero a la espera de ser trasladados a otras unidades. El portavoz de la región militar de los Urales, Dmitri Burdakov, señala que la maquinaría de guerra ya ha empezado a ser retirada a bordo de camiones y, antes del 15 de marzo, el lugar habrá quedado completamente limpio.
http://abcblogs.abc.es/cartaseuroasiaticas/2010/3/1/200-tanques-rusos-buen-estado-abandonados-el-bosque
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La laguna sangrienta
A tres mil quinientos metros de altura en el norte de Chile, el paisaje se interna en una atmósfera irreal. En tierras aisladas, aún perduran rincones apenas conocidos que parecen sacados de una fantasía, y ni siquiera figuran en un mapa. La Laguna Roja posee un líquido de un color tan intenso que parece tinta, o sangre, sus aguas permanecen eternamente calientes y por lo tanto, poco se sabe de sus profundidad.
La Laguna Roja está situada cerca de Camiña, un pequeño pueblo a 147 kilómetros de Iquique. Hasta hace algunos años, se desconocía oficialmente de su existencia. La laguna, era sin embargo protagonista de numerosas leyendas de los habitantes Aimaras de la zona.
La temperatura del agua permanece a 40 – 50 º C y la explicación científica del color más aceptada, es que se trata de algas microscópitas adaptadas a las particulares condiciones del lugar. Siendo un sitio poco conocido, lo más recomendable, es acercarse a la laguna junto a guías expertos y conocedores de la zona.
Todas las imágenes están publicadas en el set de Vladimir prieto en Flickr (Atribuidas a Jimmy Garrido)
Publicado en 101lugaresincreibles.com
Ver Laguna Roja en Wikipedia
La Laguna Roja está situada cerca de Camiña, un pequeño pueblo a 147 kilómetros de Iquique. Hasta hace algunos años, se desconocía oficialmente de su existencia. La laguna, era sin embargo protagonista de numerosas leyendas de los habitantes Aimaras de la zona.
La temperatura del agua permanece a 40 – 50 º C y la explicación científica del color más aceptada, es que se trata de algas microscópitas adaptadas a las particulares condiciones del lugar. Siendo un sitio poco conocido, lo más recomendable, es acercarse a la laguna junto a guías expertos y conocedores de la zona.
Todas las imágenes están publicadas en el set de Vladimir prieto en Flickr (Atribuidas a Jimmy Garrido)
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miércoles, 3 de marzo de 2010
Tratamiento de los topónimos en la lengua española
La mayor parte de las dudas sobre topónimos se plantean cuando surge la necesidad de nombrar lugares nuevos o ausentes del repertorio toponímico tradicional. A ello se añaden los cambios de denominación impuestos por las nuevas realidades geopolíticas o reclamados por los Gobiernos locales, que a menudo chocan con las denominaciones tradicionales. Muchos topónimos provienen, además, de lenguas que utilizan alfabetos no latinos o que carecen de representación escrita, los cuales han de transcribirse y adaptarse siguiendo en lo posible los usos ortográficos propios, con el fin de que su grafía refleje adecuadamente su pronunciación.
Por ello, este diccionario se ocupa también del léxico toponímico, ofreciendo orientación sobre la forma gráfica más adecuada en español de los topónimos y gentilicios cuyo uso actual presenta frecuentes vacilaciones. La selección de los registrados en el cuerpo del diccionario se ha hecho a partir de las consultas recibidas en las distintas Academias y de las listas incluidas en los libros de estilo de los principales medios de comunicación. A ellos se han añadido, en un apéndice específico, los nombres de todos los países reconocidos por la ONU, con sus capitales y gentilicios.
En el tratamiento de los topónimos se han conjugado, equilibradamente, los siguientes criterios: transcripción y adaptación de acuerdo con las normas ortográficas del español (hispanización); aceptación de grafías no adaptadas o semiadaptadas, pero asentadas en el uso; y reconocimiento de los cambios de denominación oficial, sin renunciar, cuando existen, a las formas tradicionales plenamente vigentes. Así pues, cada uno de los topónimos registrados ha recibido un tratamiento diferente de acuerdo con su adscripción a uno de los siguientes grupos:
1. Topónimos con forma tradicional plenamente vigente en español, que, no obstante, aparecen con cierta frecuencia en los medios de comunicación con nombres o grafías propios de otras lenguas. Se prefiere la forma española, a no ser que haya caído en desuso o se haya producido un cambio de denominación: Amberes (no Antwerpen ni Anvers), Ciudad del Cabo (no Cape Town), Milán (no Milano) o Nueva York (no New York).
2. Topónimos que carecen de forma adaptada al español y se emplean tradicionalmente con la grafía propia de la lengua local o con la grafía correspondiente a una lengua puente. Se respetan estas grafías, incluso en lo concerniente a su acentuación, por tratarse de formas ya asentadas en el uso: Canterbury, Ottawa, Washington o Copenhague (del inglés Copenhagen, en danés København).
3. Topónimos cuya forma tradicional en español ha caído en desuso en favor de la forma local. Se da primacía a la forma local: Ankara (antes Angora), Bremen (antes Brema) o Maastricht (antes Mastrique).
4. Topónimos con cambio de denominación oficial en favor de la forma local, pero que cuentan con una forma tradicional española plenamente vigente. Se prefiere la forma española: Calcuta (no Kolkata), Moldavia (no Moldova), Bombay (no Mumbai) o Esmirna (no Izmir). Solo en aquellos casos en que se ha producido un verdadero cambio de nombre (y no una mera reivindicación de las formas locales de este) se recomienda la nueva denominación, que debe sustituir a la anterior: Burkina Faso (antiguo Alto Volta) o Sri Lanka (antiguo Ceilán).
5. Topónimos que se emplean a menudo con grafías que responden a la transliteración o representación en otras lenguas (normalmente el inglés o el francés) del nombre local, perteneciente este, por lo general, a lenguas que utilizan alfabetos no latinos o que carecen de escritura. Se propone la adaptación de esas formas al sistema gráfico del español de acuerdo con la pronunciación más generalizada entre los hispanohablantes: Zimbabue (no Zimbabwe), Punyab (no Punjab) o Buriatia (no Buryatia).
6. En el caso de topónimos pertenecientes a lenguas que utilizan alfabetos no latinos, se recomienda la forma gráfica que resulta de aplicar las normas de transliteración de esos alfabetos al español y se reconocen, si las hay, otras grafías asentadas: Qatar o Iraq (también Irak). Las formas transcritas se acentúan gráficamente de acuerdo con las normas ortográficas del español: Shanghái, Taipéi. En cuanto a los topónimos que responden al estándar «pinyin»1, se prefiere, si la hay, la forma tradicional española: Pekín (no Beijing), Cantón (no Guangdong [provincia] ni Guangzhou [capital]) o Nankín (no Nanjing).
--------------------------------------------------------------------------------
1 Sistema de transliteración de los caracteres chinos al alfabeto latino, desarrollado en China a partir de 1958 y puesto en práctica oficialmente en 1979 con el fin de unificar los diversos sistemas de transcripción del chino aplicados hasta ese momento.
***
Fuera de usos oficiales, donde es preceptivo utilizar el nombre oficial establecido por las Cortes españolas —que en el caso de los topónimos gallegos A Coruña y Ourense y los catalanes Girona, Lleida e Illes Balears es únicamente el de la lengua vernácula (gallega o catalana) correspondiente—, la recomendación de la Real Academia Española, con respecto a la denominación de las ciudades, pueblos y provincias situadas en comunidades autónomas españolas con lengua propia, cuando se habla o escribe en castellano, es utilizar, cuando exista, el nombre castellano, que en los casos antes referidos es La Coruña, Orense, Gerona, Lérida e Islas Baleares, respectivamente.
En el caso de los topónimos que cuentan con dos nombres oficiales, uno en la lengua vernácula de la comunidad autónoma y otro en castellano, se recomienda emplear uno u otro en función de la lengua que se esté utilizando: Donosti, Barakaldo (nombres oficiales en Euskera) / San Sebastián, Baracaldo (nombres oficiales en castellano).
Por «usos oficiales» debe entenderse el empleo de estos términos en documentos y textos de carácter oficial, según la definición que de este adjetivo ofrece el Diccionario académico: «Que es de oficio, o sea que tiene autenticidad y emana de la autoridad derivada del Estado, y no particular o privado». Por tanto, en los documentos que generan las administraciones públicas y en otro tipo de textos como, por ejemplo, los que aparecen en los paneles informativos de carreteras o autopistas, han de usarse los topónimos oficialmente aprobados por las Cortes. En cambio, en los usos particulares o privados se recomienda emplear los topónimos castellanos si es esta la lengua de expresión que se está utilizando.
La denominación oficial de cualquier topónimo perteneciente al Estado español será la que aparezca inscrita —en castellano, en cualquier otra lengua española oficial en una comunidad autónoma o en ambos idiomas— en el Nomenclátor geográfico nacional del Ministerio de Fomento.
RAE
Por ello, este diccionario se ocupa también del léxico toponímico, ofreciendo orientación sobre la forma gráfica más adecuada en español de los topónimos y gentilicios cuyo uso actual presenta frecuentes vacilaciones. La selección de los registrados en el cuerpo del diccionario se ha hecho a partir de las consultas recibidas en las distintas Academias y de las listas incluidas en los libros de estilo de los principales medios de comunicación. A ellos se han añadido, en un apéndice específico, los nombres de todos los países reconocidos por la ONU, con sus capitales y gentilicios.
En el tratamiento de los topónimos se han conjugado, equilibradamente, los siguientes criterios: transcripción y adaptación de acuerdo con las normas ortográficas del español (hispanización); aceptación de grafías no adaptadas o semiadaptadas, pero asentadas en el uso; y reconocimiento de los cambios de denominación oficial, sin renunciar, cuando existen, a las formas tradicionales plenamente vigentes. Así pues, cada uno de los topónimos registrados ha recibido un tratamiento diferente de acuerdo con su adscripción a uno de los siguientes grupos:
1. Topónimos con forma tradicional plenamente vigente en español, que, no obstante, aparecen con cierta frecuencia en los medios de comunicación con nombres o grafías propios de otras lenguas. Se prefiere la forma española, a no ser que haya caído en desuso o se haya producido un cambio de denominación: Amberes (no Antwerpen ni Anvers), Ciudad del Cabo (no Cape Town), Milán (no Milano) o Nueva York (no New York).
2. Topónimos que carecen de forma adaptada al español y se emplean tradicionalmente con la grafía propia de la lengua local o con la grafía correspondiente a una lengua puente. Se respetan estas grafías, incluso en lo concerniente a su acentuación, por tratarse de formas ya asentadas en el uso: Canterbury, Ottawa, Washington o Copenhague (del inglés Copenhagen, en danés København).
3. Topónimos cuya forma tradicional en español ha caído en desuso en favor de la forma local. Se da primacía a la forma local: Ankara (antes Angora), Bremen (antes Brema) o Maastricht (antes Mastrique).
4. Topónimos con cambio de denominación oficial en favor de la forma local, pero que cuentan con una forma tradicional española plenamente vigente. Se prefiere la forma española: Calcuta (no Kolkata), Moldavia (no Moldova), Bombay (no Mumbai) o Esmirna (no Izmir). Solo en aquellos casos en que se ha producido un verdadero cambio de nombre (y no una mera reivindicación de las formas locales de este) se recomienda la nueva denominación, que debe sustituir a la anterior: Burkina Faso (antiguo Alto Volta) o Sri Lanka (antiguo Ceilán).
5. Topónimos que se emplean a menudo con grafías que responden a la transliteración o representación en otras lenguas (normalmente el inglés o el francés) del nombre local, perteneciente este, por lo general, a lenguas que utilizan alfabetos no latinos o que carecen de escritura. Se propone la adaptación de esas formas al sistema gráfico del español de acuerdo con la pronunciación más generalizada entre los hispanohablantes: Zimbabue (no Zimbabwe), Punyab (no Punjab) o Buriatia (no Buryatia).
6. En el caso de topónimos pertenecientes a lenguas que utilizan alfabetos no latinos, se recomienda la forma gráfica que resulta de aplicar las normas de transliteración de esos alfabetos al español y se reconocen, si las hay, otras grafías asentadas: Qatar o Iraq (también Irak). Las formas transcritas se acentúan gráficamente de acuerdo con las normas ortográficas del español: Shanghái, Taipéi. En cuanto a los topónimos que responden al estándar «pinyin»1, se prefiere, si la hay, la forma tradicional española: Pekín (no Beijing), Cantón (no Guangdong [provincia] ni Guangzhou [capital]) o Nankín (no Nanjing).
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1 Sistema de transliteración de los caracteres chinos al alfabeto latino, desarrollado en China a partir de 1958 y puesto en práctica oficialmente en 1979 con el fin de unificar los diversos sistemas de transcripción del chino aplicados hasta ese momento.
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Fuera de usos oficiales, donde es preceptivo utilizar el nombre oficial establecido por las Cortes españolas —que en el caso de los topónimos gallegos A Coruña y Ourense y los catalanes Girona, Lleida e Illes Balears es únicamente el de la lengua vernácula (gallega o catalana) correspondiente—, la recomendación de la Real Academia Española, con respecto a la denominación de las ciudades, pueblos y provincias situadas en comunidades autónomas españolas con lengua propia, cuando se habla o escribe en castellano, es utilizar, cuando exista, el nombre castellano, que en los casos antes referidos es La Coruña, Orense, Gerona, Lérida e Islas Baleares, respectivamente.
En el caso de los topónimos que cuentan con dos nombres oficiales, uno en la lengua vernácula de la comunidad autónoma y otro en castellano, se recomienda emplear uno u otro en función de la lengua que se esté utilizando: Donosti, Barakaldo (nombres oficiales en Euskera) / San Sebastián, Baracaldo (nombres oficiales en castellano).
Por «usos oficiales» debe entenderse el empleo de estos términos en documentos y textos de carácter oficial, según la definición que de este adjetivo ofrece el Diccionario académico: «Que es de oficio, o sea que tiene autenticidad y emana de la autoridad derivada del Estado, y no particular o privado». Por tanto, en los documentos que generan las administraciones públicas y en otro tipo de textos como, por ejemplo, los que aparecen en los paneles informativos de carreteras o autopistas, han de usarse los topónimos oficialmente aprobados por las Cortes. En cambio, en los usos particulares o privados se recomienda emplear los topónimos castellanos si es esta la lengua de expresión que se está utilizando.
La denominación oficial de cualquier topónimo perteneciente al Estado español será la que aparezca inscrita —en castellano, en cualquier otra lengua española oficial en una comunidad autónoma o en ambos idiomas— en el Nomenclátor geográfico nacional del Ministerio de Fomento.
RAE
lunes, 1 de marzo de 2010
Predecir un terremoto
Con seísmos tan destructivos como los de Haití y Chile, la gente se pregunta, ¿por qué no se pueden predecir si cientos de científicos monitorean los movimientos telúricos con el material más moderno? Los especialistas coinciden en que, a pesar de los adelantos tecnológicos, la ciencia aún no logra anticipar dónde, cuándo y con qué fuerza ocurrirán los tan temidos terremotos.
Hasta hoy no se conocen con precisión los parámetros que interactúan para originar un terremoto y cuantificar en forma temporal la energía que se acumula en las placas tectónicas terrestres y cuándo se va a romper la roca para liberar esa energía en forma elástica. Los expertos advierten que lo único que se puede hacer es construir casas antisísmicas porque los temblores no se pueden predecir ni detener.
El terremoto de Chile fue de más intensidad que el de Haití del pasado 12 de enero pero produjo menos víctimas por varias causas: el epicentro del seísmo estuvo a 115 kilómetros de Concepción, a una profundidad de 35 kilómetros; el epicentro del seísmo haitiano se registró en los arrabales de la capital. Por otra parte, Concepción está edificada sobre suelo rocoso, y Puerto Príncipe sobre tierra arcillosa; además, muchas viviendas chilenas se construyen con reglas antisísmicos, mientras en Haití las casas son muy precarias, con poco cemento y escasa varilla.
"El terremoto de Chile fue como una explosión más potente, pero más lejana, mientras que el de Haití ocurrió justo debajo de los pies de sus habitantes", comentó el geólogo Jorge Codignotto.
Haití espera con angustia otro temblor. Edmond Mulet, jefe de la misión de la ONU en Haití, hace poco más de un mes recordó a este corresponsal que es probable que el terremoto que devastó a Puerto Príncipe se repita antes de un año. Científicos y sismólogos han advertido que la falla tectónica que pasa por la capital haitiana sigue teniendo mucha energía y tensión acumulada, por lo que tarde o temprano va a volverse a rasgar y a romper, y se va a tener que ajustar. "Hay muchas probabilidades de otro seísmo fuerte en los próximos doce meses", dijo Mulet.
La Vanguardia, América, tierra de temblores
Actualmente no existe ningún método capaz de detectar dónde y cuándo se producirá (un terremoto) debido al comportamiento no lineal y bastante caótico que tienen los movimientos sísmicos. "Cuando se produce un terremoto, lo preceden otros muchos fenómenos pero se ha comprobado que no siempre se dan todos. En la actualidad, es imposible medir al mismo tiempo tantos parámetros sin la garantía de que se vaya a producir, de ahí la dificultad para detectarlos con antelación", explica Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional.
De momento, los expertos son capaces de calcular con bastante precisión dónde se producirán las sacudidas a largo plazo -por ejemplo, se espera un fuerte terremoto en California en los próximos 30 años- pero no con la antelación necesaria para que la población y los servicios de emergencias se preparen. Y es que, a pesar de los avances en sismología, siguen siendo imprevisibles.
Los geólogos monitorizan zonas en las que esperan que se produzcan terremotos y a veces detectan pequeños sismos y otros fenómenos que podrían indicar que un gran temblor está a punto de ocurrir. EEUU y Japón son dos de los países más afectados y los que más invierten en investigación.
España no está en un área de grandes terremotos aunque sí tiene una actividad sísmica relevante con sismos de magnitudes inferiores a 7,0 en la escala de Richter, capaces de generar graves daños. Los terremotos de Lisboa, en 1755, y el de 1969, que afectó a Andalucía, constituyeron una trágica excepción ya su magnitud fue mayor. La península Ibérica está situada en el borde sudoeste de la placa Euroasiática en su colisión con la placa Africana.
El Mundo, ¿Por qué es tan difícil predecir un terremoto?
La historia de Chile registra numerosos sismos y solo desde el año 1973 suman 13 los terremotos que tuvieron una magnitud en la escala Richter superior a los 7 grados.
Esto se debe a que la costa chilena se ubica justo en el límite entre dos placas tectónicas: la Sudamericana y la de Nazca, que se mueven una hacia la otra a una velocidad de alrededor de 8 centímetros al año, provocando un fenómeno de "subducción" que provoca una gran cantidad. Esa energía frecuentemente se libera a través de terremotos.
Quilmes Presente, Una zona de riesgo permanente
Hasta hoy no se conocen con precisión los parámetros que interactúan para originar un terremoto y cuantificar en forma temporal la energía que se acumula en las placas tectónicas terrestres y cuándo se va a romper la roca para liberar esa energía en forma elástica. Los expertos advierten que lo único que se puede hacer es construir casas antisísmicas porque los temblores no se pueden predecir ni detener.
El terremoto de Chile fue de más intensidad que el de Haití del pasado 12 de enero pero produjo menos víctimas por varias causas: el epicentro del seísmo estuvo a 115 kilómetros de Concepción, a una profundidad de 35 kilómetros; el epicentro del seísmo haitiano se registró en los arrabales de la capital. Por otra parte, Concepción está edificada sobre suelo rocoso, y Puerto Príncipe sobre tierra arcillosa; además, muchas viviendas chilenas se construyen con reglas antisísmicos, mientras en Haití las casas son muy precarias, con poco cemento y escasa varilla.
"El terremoto de Chile fue como una explosión más potente, pero más lejana, mientras que el de Haití ocurrió justo debajo de los pies de sus habitantes", comentó el geólogo Jorge Codignotto.
Haití espera con angustia otro temblor. Edmond Mulet, jefe de la misión de la ONU en Haití, hace poco más de un mes recordó a este corresponsal que es probable que el terremoto que devastó a Puerto Príncipe se repita antes de un año. Científicos y sismólogos han advertido que la falla tectónica que pasa por la capital haitiana sigue teniendo mucha energía y tensión acumulada, por lo que tarde o temprano va a volverse a rasgar y a romper, y se va a tener que ajustar. "Hay muchas probabilidades de otro seísmo fuerte en los próximos doce meses", dijo Mulet.
La Vanguardia, América, tierra de temblores
Actualmente no existe ningún método capaz de detectar dónde y cuándo se producirá (un terremoto) debido al comportamiento no lineal y bastante caótico que tienen los movimientos sísmicos. "Cuando se produce un terremoto, lo preceden otros muchos fenómenos pero se ha comprobado que no siempre se dan todos. En la actualidad, es imposible medir al mismo tiempo tantos parámetros sin la garantía de que se vaya a producir, de ahí la dificultad para detectarlos con antelación", explica Emilio Carreño, director de la Red Sísmica Nacional.
De momento, los expertos son capaces de calcular con bastante precisión dónde se producirán las sacudidas a largo plazo -por ejemplo, se espera un fuerte terremoto en California en los próximos 30 años- pero no con la antelación necesaria para que la población y los servicios de emergencias se preparen. Y es que, a pesar de los avances en sismología, siguen siendo imprevisibles.
Los geólogos monitorizan zonas en las que esperan que se produzcan terremotos y a veces detectan pequeños sismos y otros fenómenos que podrían indicar que un gran temblor está a punto de ocurrir. EEUU y Japón son dos de los países más afectados y los que más invierten en investigación.
España no está en un área de grandes terremotos aunque sí tiene una actividad sísmica relevante con sismos de magnitudes inferiores a 7,0 en la escala de Richter, capaces de generar graves daños. Los terremotos de Lisboa, en 1755, y el de 1969, que afectó a Andalucía, constituyeron una trágica excepción ya su magnitud fue mayor. La península Ibérica está situada en el borde sudoeste de la placa Euroasiática en su colisión con la placa Africana.
El Mundo, ¿Por qué es tan difícil predecir un terremoto?
La historia de Chile registra numerosos sismos y solo desde el año 1973 suman 13 los terremotos que tuvieron una magnitud en la escala Richter superior a los 7 grados.
Esto se debe a que la costa chilena se ubica justo en el límite entre dos placas tectónicas: la Sudamericana y la de Nazca, que se mueven una hacia la otra a una velocidad de alrededor de 8 centímetros al año, provocando un fenómeno de "subducción" que provoca una gran cantidad. Esa energía frecuentemente se libera a través de terremotos.
Quilmes Presente, Una zona de riesgo permanente
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